Desde los inicios del estudio Disney, las
estrellas de los cortos habían sido animales antropomórficos, por lo que darles
realismo a los humanos representaba un problema para los animadores. Aunque la
audiencia perdonaba las licencias de movimiento de los animales, por no estar
familiarizada con cómo se mueven, todos saben cómo se mueve un humano. Sería
necesario usar videos de referencia con actores como guía.
El problema que enfrentaron los
realizadores de Blancanieves y los siete enanos, es que al copiar los
movimientos humanos se dieron cuenta que no nos movemos tan libre y
graciosamente como los personajes de caricatura. Habría que encontrar el justo
medio. Para ello contrataron a la pequeña bailarina Marjorie Belcher. Frank
Thomas se quejaba de que un actor, por más bueno que fuera nunca superaba a lo
que había en tu mente. Milt Kahl estaba de acuerdo y se llego a la conclusión de
que los videos solo servían para darte ideas sobre pequeños movimientos que no
se ocurrían a los creadores. Para experimentar nuevas técnicas y que la película
quedara perfecta, las Silly Symphonies eran el campo de experimentación.
Walt Disney tenía que encontrar además una cámara
que ayudara a que, por ejemplo, al acercarse a una casa con la luna de fondo,
pudiera captar que solo la casa cambiaba de tamaño, mientras la luna permanecía
pequeña, tal y como pasa en la vida real. Para ello desarrollo la Camara
Multiplano. Para crear cascadas, fuego, humo, relámpagos y lluvia, Disney estableció
por primera vez el departamento de efectos especiales.
Cuando la animación era ya muy popular,
Disney comenzaba a crear una forma artística de contar historias. Las audiencias
no se imaginaban lo que estaban por ver.
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